El sábado pasado fui al cine. Vi DUNE Parte Dos en una de esas salas con un sistema de sonido magnífico, que te envuelve y sabe ubicar en la posición exacta el aleteo de los helicópteros-libélula o los murmullos al fondo de los gigantescos templos. Más o menos a la mitad del metraje, la civilización de villanos alopécicos celebra un combate a muerte en una suerte de coliseo abarrotado, tan tenebroso y deshumanizado como los de nuestra realidad. No, no les hablo de la antigua Roma, sino de esa red social ruidosa anteriormente conocida como Twitter.

«Sí, ya sé que yo no pertenezco a este tiempo»
Albatros (Xoel López, 2023)

Dos días después, esa red anteriormente conocida como Twitter amanecía con #stellarblade como tendencia. Mi inocencia me empujó a pensar que me encontraría una cascada de impresiones sobre la demo publicada el 29 de marzo, pero no: de cada diez tweets, ocho zarandeaban los brazos en alto a la manera de los malvados calvos que antes mencionaba, de manera fanática y atronadora, celebrando la sexualización del personaje protagonista de Stellar Blade (SHIFT UP Corporation, 2024) como ejemplo de su libertad y no se cuantas mierdas más. Ya saben, el nivelito habitual. Pero… ¿Y el juego? ¿Qué tal? Que de eso debería ir la cosa, digo yo. 

Nunca he sido fan de los hack and slash exigentes, esos que se encuentran a escasos centímetros de la rigidez de los souls y su sistema de esquivas y parrys demenciales. Todo eso se puede encontrar en el próximo exclusivo de PlayStation 5, pero su modo historia parece llegar para tenderme una mano (y no como la que Sekiro me tiró al cuello en su momento); un nivel de dificultad que, sin ser frustrante, presenta igualmente un reto para quienes quieran entrar en su mundo apocalíptico infectado de monstruos.

Los combates de Stellar Blade se resuelven en sus primeros minutos de partida con la espada futurista de Eve, la enviada del cielo (literalmente) para arreglar el desaguisado. Con ella podremos hacer una serie de ataques de diferente contundencia mediante los botones CUADRADO y TRIÁNGULO, mientras que L1 sirve para bloquear y CÍRCULO para esquivar. Un esquema clásico que, poco a poco, se va enriqueciendo gracias a otros botones con los que modificar los combos y que incluso tiene espacio para Quick Time Events. No falta a la cita tampoco un amplio árbol de habilidades, el cual me dedicó otra sonrisa en forma de las mejoras reservadas para obtener un mayor espacio de reacción para ejecutar a la perfección dichos bloqueos y esquivas.

Todo ello se explica en un tutorial típico pero igualmente efectivo, que sabe aunar en su carta de presentación la espectacularidad a las bases fundamentales de su jugabilidad. Y lo hace sin ser condescendiente con quien lo juegue en este modo, enfrentándonos a unos primeros masillas cuyos timings de ataque son lentos pero contundentes, sirviendo para habituarnos al parry del título y el contraataque sucesivo. Algún rival de más tonelaje nos espera más adelante, presentando un reto mayor pero igualmente satisfactorio, con ventanas de oportunidad que no rompen el ritmo frenético de las batallas y, por ende, no hacen sentir al jugador que lucha contra un saco de boxeo. De no ser por todo esto no habría tenido la paciencia para avanzar y descubrir su experiencia lineal y vistosa, ocasionalmente plataformera, desarrollada en escenarios cerrados donde afloran los clásicos desvíos que llevan a ese ítem extra o a algún cadáver con información sobre el lore, defendidos por la alimaña de turno. 

Una propuesta de la que es muy fácil enumerar sus referentes, no sólo en el combate, sino también en la estética del bestiario o su genérico universo, pero que ha sabido hacerse fuerte a la hora de combinarlos y presentarlos con dignidad. Hace poco una persona me dijo que «conseguir un cliente es algo muy difícil, y perderlo es cuestión de un minuto» y la demo de Stellar Blade ha mantenido intacta mi curiosidad por conocer quién es el cyber-anciano que sus creadores han mostrado en todos y cada uno de los tráilers del juego (ni rastro de él en la demo, por cierto). Compra asegurada en 2024 y, aunque la demo guarde el progreso, quizás comience de nuevo para intentar jugarlo en el modo normal. ¿Quién dijo miedo?

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