El vídeo de YouTube «Grand Theft Auto VI Trailer 1» fue uno de los eventos de 2023 en la industria del videojuego, si no «EL EVENTO»: Un minuto y treinta y un segundos de avance que puso la guinda a un año espléndido y que, a día de hoy, ha emplazado en más de 163 millones de ocasiones a jugarlo en 2025. Vivir tal acontecimiento en nuestros días se tradujo en un terremoto en redes sociales, con infinitas réplicas a través de reacciones, memes, análisis milimétricos o imitaciones —incluso de la imagen que anunció la hora del estreno del teaser— que, en su mayoría, nacían sin gracia ni enjundia, escasas de originalidad o intención de aportar algo realmente único en torno al tráiler. Así es sencillo, y podría decir que hasta instintivo, odiar las redes pero, paradójicamente, quizás acaben siendo las que me arrastren dentro del próximo título de Rockstar.

«Our trailer has leaked so please watch the real thing on YouTube»
Rockstar Games (2023)

A estas alturas, he sido sicario de demasiadas mafias y he hecho todas las gamberradas posibles en mundos abiertos como para que Grand Theft Auto me interese per se. Abandoné en 2008 a Nico a las pocas horas y he evitado durante tres generaciones de consolas el [inserte aquí el adjetivo más grandilocuente que conozca] GTA V y su trío de criminales protagonista. La crítica ácida a la sociedad americana dejó de hacerme gracia tras San Andreas y todos esos majaderos gritando o agarrándose los genitales del primer tráiler de la sexta entrega me alejaban más aún de la franquicia estrella de Rockstar Games, aún siendo indiscutiblemente epatante en lo técnico, por la cantidad de personajes, animaciones, efectos… que mostraba al mismo tiempo en pantalla y que no dejó espacio a la duda de que será otro hito a la altura de la última obra del estudio.

Aquel 4 de diciembre el vídeo era ineludible y, tras varias visualizaciones, en un momento indeterminado a mediados del día valoré la gran presencia de una red social en dicho tráiler, formando en mi cabeza poco a poco un bolo alimenticio que acabó convirtiéndose en algo impredecible: la posibilidad de que me lo compre de salida. ¿Qué nos querían contar sus creadores? Más allá de manidas mofas sobre el uso descerebrado de las redes sociales actuales o, yéndonos más atrás, la falta de escrúpulos para tener un minuto de gloria… Podría haber una interesante propuesta jugable.

Tras la evolución de las rutinas de los NPCs y múltiples eventos aleatorios en los mundos abiertos de estos desarrolladores, ¿quién puede impedirme soñar con una suerte de plataforma interna dentro del juego que nos anuncie con pequeños vídeos los actos vandálicos virales de su mundo ficticio? Llegar con nuestro vehículo gracias al GPS de turno a un lugar indicado en el propio escenario de forma realista por el lógico arremolinamiento de público espontáneo, que inmortalizan el desastre o la genialidad de turno. Podríamos volvernos unos mercenarios y ayudar a culminar los delitos o, puestos a imaginar, unos paparazzis sin escrúpulos que se cruzan la ciudad a la caza del delincuente más famoso del momento. ¿Buscaría ser el aliado en la sombra de los cuerpos de la ley o me decantaría por convertirme en el canal de contenido más popular de su realidad marginal? El límite es el cielo… de Leonidas, como poco.

La propia Rockstar Games vivió de primera mano lo avasallador y descontrolado que puede llegar a ser Internet al presenciar cómo se filtró el propio tráiler horas antes de su estreno, haciéndose viral en cuestión de segundos. Una marabunta terriblemente poética que quizás les dé alguna idea más para una última misión secundaria antes de empaquetar y lanzar el juego dentro de dos años.

Ojalá que todas estas posibilidades no se queden en una brillante argucia audiovisual —replicando varios momentos vergonzosamente virales de Youtube o Tik Tok— para el primer promocional y en 2025 GTA VI vuelva a sorprender al mundo entero, más allá de su músculo tecnológico o la representación realista y visceral de la escena criminal, con una experiencia tan orgánica como original desde su propia concepción.

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